La revolución comenzó a las 9 del día, hombres encapuchados y armados con aerosoles rodeaban C.U. Sus víctimas eran camiones Bimbo, el osito desaparecía entre manchones de mantecadas y caía ante la rafaga de pintura con base de aceite. Auxilio UNAM cerraba sus filas, bajaba la pluma que conduce a la arteria vial más importante de la institución y con un movimiento de cabeza y una mirada perdida ante la masacre de paredes, autos y parabuses negaban el acceso a varias personas que tenían que desarrollar su día dentro de la institución. Atenco había ocurrido unas horas antes, pero la Facultad seguía en su mismo día a día la misma pesadumbre y apatía en sus pasillos, pero no era la misma.
Mi revolución comenzó a las 11 del día, mi cuerpo se negó a transportarme y la única respuesta que recibía de su parte al tratar de moverme fue un rotundo no.
La revolución fue detenida por una coca cola.
Y me dí cuenta de que realmente todo esto: la revolución, la apatía, el sentimiento de desconfianza, tenía algo que ver comigo.
Yo había causado el problema, nunca me he considerado un ser que intenta preservarse en perfecto estado, pero jámas me había dado cuenta de lo mal que mi cuerpo la esta pasando hasta hoy.
No tuve miedo, las cosas, incluyendo el cuerpo, se acaban. Me dí cuenta de que hoy pude haber desaparecido como siempre lo he deseado, sin pensar que le dejo a alguien algo pendiente. Estoy ligado a nada.